Por: Rodrigo Rojas Garzón
Dicen que en el futuro “las guerras serán por el control del agua”; pero así como van las cosas pareciera que la predicción de este anónimo profeta, estuviera a la vuelta de la esquina. Colombia, un país envidiado por su biodiversidad y riqueza en recursos naturales, no es mirado como un templo para la conservación. En este paraíso están puestos los ojos de los grandes depredadores de territorios en el mundo, a quienes lo único que interesa es exprimir cada centímetro, sitios emblemáticos por su producción de agua, minerales, metales preciosos etc.
Para ellos nuestro territorio es simplemente una fuente de capital, y de poder, a la que hay que acceder siendo despiadados, y sin remordimientos. Trabajar para estas multinacionales, no es para quienes les duela “La pacha mama”, su patria, menos los campesinos, pescadores – pequeños mineros a quienes se les debe desarraigar sin importar nada, ellos son la piedra en el zapato para obtener su preciado botín.
Lo triste de este dramático panorama es que estos depredadores de los recursos naturales cuentan con el apoyo de un gobierno complaciente, arrodillado, que se hecha por la faja al constituyente primario, a quien hay que desalojar, despojar con los métodos necesarios: Gas lacrimógeno, bolillo, persecución amenazas, tortura, sembrarles terror, y hasta la muerte.
No podemos seguir siendo indiferentes frente esta cruda realidad, que se escucha por todo el territorio colombiano, que está siendo devastado. Tú y yo tenemos una alta responsabilidad por lo que está sucediendo.
Solo contamos con la resistencia, la movilización pacífica, y acciones legales para tratar de frenar el acabose de nuestro territorio, estoy más convencido que en Colombia tendremos un nuevo amanecer cuando dejemos la indiferencia, y elijamos mejor a nuestros representantes en los espacios de poder.
Nota: En vez de promover el ahorro del agua, mejor recuperemos y conservemos las cuencas y fuentes hidricas.